Fotógrafo de bodas en Puente Genil. Córdoba.
Manuel de Castro | Fotógrafo de bodas en Córdoba
Boda en Lagar de Santa Victoria
Normalmente escribo unas palabras sobre mi visión de la boda, pero en esta ocasión no puedo tener mejor cronista que Silvia, la novia.
«Y llegó el día… ¡El día tan esperado! Y es que el día de nuestra boda, hacía 11 años que celebrábamos nuestro aniversario. Era una fecha especial, tan especial, ¡que todo quería que saliera perfecto! (Supongo que como cualquier novia).
Era increíble, pero cuando desperté el día 26… ¡No estaba nerviosa, estaba feliz! Mirando mi vestido a cada instante, y terminado de preparar los últimos complementos.
Todo fue como un día normal, mi familia tranquila y sin querer transmitirme nervios. Mi futuro marido, sí que estaba un poco nervioso… ¡Él había estado al margen de todos los preparativos y no pasó tantos nervios como yo meses antes de la boda! El pobre casi ni sabía cómo debía actuar; pero yo se lo recalqué: natural, ¡y así lo hizo! Creo que lo vivió todo mucho más que yo. Su coche, el que lo llevaba hasta la ceremonia, no era el que él esperaba. Le alquilé el coche de sus sueños, un Ford A americano, con el volante al otro lado. Se emocionó al verlo…
Yo, por mi parte me alquilé una Furgoneta Volkswagen T1 en rojo, ¡tal y como un día soñé! En ella íbamos, mi padrino (mi padre) todos mis angelitos y yo. ¡Momento muy divertido!
Y llegamos al lugar donde tendría lugar todo el acto hasta el final de la noche. Y qué decir… Cuando llegué todos los invitados estaban allí, me sentí arropada, querida, me sentí en un momento único. Al final del pasillo estaba Alfonso, emocionado y nervioso al verme.
Pronto conmigo a su lado, logró calmarse… La ceremonia fue transcurriendo llena de sentimientos, de emociones, de dedicatorias, en definitiva, fue un acto lleno de amor, de cariño, de amistad, de recuerdos y de muchas lágrimas.
A partir de este momento, las horas pasaban como si fueran segundos… Lo que daría por volver a ese instante y saborear todo aquello que no pude. Poder estar con todas esas personas que no pude dedicarle mi ratito de charla. Pero bueno, surgió así. Y estoy inmensamente feliz de poder haber celebrado tal y como ambos quisimos aquel día.
En la cena nos regalaron nuestros amigos y familiares momentos únicos de risas, brindis, bailes, y muchos regalos que hoy por hoy son nuestros recuerdos más preciados.
Al finalizar la cena, dimos comienzo al baile nupcial… Un baile en el que queríamos sorprender a todos nuestros invitados. Era un baile a nuestro estilo, con cambios de ritmos preparado con mucho cariño por una artista, amiga, compañera, y casi hermana; así que no podía salir mal.
Y bueno… No sé si salió mal o bien, ambos nos dejamos fluir, nos dejamos llevar, y simplemente disfrutamos el uno del otro. Empezamos por un vals, seguimos con una canción de Grease y terminamos sorprendidos por nuestros amigos con más canciones de Grease. Así que disfrutamos al máximo de este día y de poder reunir a tanta gente importante para nosotros en un día como este.
¡Gracias a todos los que hicisteis posible estos momentos!»
Deja una respuesta